LAS TORRES GEMELAS: LA OPINIÓN DE TRES PSICOANALISTAS

LAS TORRES GEMELAS: LA OPINIÓN DE TRES PSICOANALISTAS

ERIC LAURENT (Escuela de la Causa freudiana, París)
ABEL FAINSTEIN (Asociación Psicoanalítica Argentina, Buenos Aires)
JACQUES-ALAIN MILLER (Asociación Mundial de Psicoanálisis, París)

LAS TORRES NO FUERON ATACADAS COMO SÍMBOLO

París, 21 de septiembre (ALP) -Eric Laurent, psicoanalista, rue Saint-Roch de París, Presidente de la Escuela de la Causa freudiana (AMP), hizo llegar a la Agencia el siguiente comentario:

Antes de derrumbarse y, por eso mismo, antes de existir para siempre como uno de los nombres del horror, se decía que las Torres eran «símbolos». Las Torres Gemelas, conocidas originalmente con el nombre de pila de los dos hermanos Rockefeller, David y Nelson, quienes llevaron el proyecto a término, se habían convertido en símbolos de la ciudad. Pero, cuál?. Según los críticos, todas las significaciones se hallaban ahí: el poder, la riqueza, el orgullo, la guerra, pero también la paz, la banalidad, la incoherencia. Un símbolo no representa una sola significación, él encarna más bien, como Lévi-Strauss dice del mana, algo del poder de la significación en sí.

El funcionalismo en arquitectura detesta el simbolismo. Despreciando la significación, se atiene a la función. La casa es «máquina de habitar» (expresión de Le Corbusier). Esta ablación semántica tiene resultados paradojales: eso no funciona. En la exposición Mies Van Der Rohe, que he visitado este verano en el MOMA de New York, uno puede seguir los avatares del proceso interminable que inició la comanditaria de una ciudad paradigmática al arquitecto: la casa era genial, pero inhabitable. De la misma manera, las Torres Gemelas, concebidas como «máquinas de oficinas para financistas», permanecieron vacías durante mucho tiempo.

Fue necesaria la expansión de la pretendida Nueva Economía para que se igualen finalmente a su función. Las Torres se convirtieron enseguida en el símbolo del modo de vida de la ciudad de los rascacielos. Fueron entonces, a la vez, función y símbolo. Pero ellas existieron ante todo como objeto. El objeto del que se trata aquí es la plusvalía (o el «plus-de-gozar») extraído por Wall Street de la mundialización de los mercados.

Si los terroristas hubieran apuntado al símbolo o a la función, les hubiera bastado atacar de noche cuando las Torres estaban vacías. Su voluntad era, al contrario, la de alcanzar el objeto de goce y matar hombres, asesinar en masa, cuanto más mejor. Los asesinos-suicidas quieren la muerte. Gozan del espanto del otro. Su transfiguración circuló repetidamente por los medios. Su ambición es producir lo que sería el signo puro del odio, el que hipnotiza absolutamente, que anula toda significación, y testimonia de una voluntad tan malvada como la del Dios de Angelus Silesius. En síntesis, ha nacido la progenitura maldita: la nueva cruz gamada del siglo XXI.

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