En la soledad más aterradora y sin el último adiós: ¿cómo se elabora un duelo en plena pandemia de COVID-19?

Cómo influye psicológicamente la imposibilidad de sostener la mano de un ser querido en sus últimas horas, la prohibición de llevar a cabo velatorios, la restricción de los asistentes a las inhumaciones y el impedimento posterior para que familiares y amigos puedan acompañarse físicamente. Infobae dialogó con dos especialistas.

Desde épocas primitivas, los rituales funerarios tuvieron una función trascendental, tanto a nivel individual como colectivo. Observar el cuerpo de una persona muerta nos pone frente a frente con la finitud y, sobre todo, nos hace tomar conciencia que ya no volverá. Sólo vivirá en nuestros recuerdos y en todas aquellas situaciones que hayamos compartido con esa persona.

A pesar de que hay quienes no participan de velatorios, ni de entierros -porque aseguran que prefieren recordar a su ser querido como era en vida- los rituales funerarios siguen siendo fundamentales para iniciar el duelo. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 cambió todo, incluso la posibilidad de despedirse de un padre, de un hijo o de un amigo. La prohibición de llevar a cabo velatorios y la restricción de las personas que pueden estar presentes en las inhumaciones nos ponen frente a un panorama aterrador, desolador y jamás imaginado.

Sin velatorio previo, el coche fúnebre debe entrar a un sector designado en el cementerio y solamente una persona -con barbijo y guantes- puede acompañar al féretro, respetando una distancia preventiva. Dentro del ataúd, ya no hay mortajas, maquillaje, fotos, cartas, flores o un símbolo religioso puesto por sus familiares. El cadáver se coloca en una bolsa roja rociada con lavandina, si la persona falleció por COVID-19, o negra, si el deceso se produjo por otra causa. Eso es todo.

Hoy, son muy pocos los recursos que parecen quedar a salvo para poder despedir a un ser querido, sin haber tenido la posibilidad de darle el último adiós. Así, sólo quedan los rituales individuales y muy personales, como rezar según las creencias de cada persona, revisar fotos, recordar las experiencias compartidas, encender una vela en su memoria o escribir una carta de despedida, donde se escriba todo lo que pudo haber quedado pendiente y, como asimismo, expresar lo importante que fue su presencia.

+ MIRAR NOTICIA AQUÍ